A la luna, al sol, a mis amigos y a tu botella de vino barato,
A todos ellos les confesaría las ganas de que duermas la siesta a mi lado, todo el día. Y que cuando te despiertes me des un beso con los ojos entreabiertos y tus mejillas tibias todavía, por el calor de las sabanas.
Los cigarrillos, el no dormir, los cuentos sobre el amor y el sexo que relatan mis amigos y los viejos discos de EOY que me retumbaban en la mente mientras fingía prestarles atención.
Todas estas cosas parecen unirse en un solo deseo y de repente, estoy queriendo besarte otra vez.
Hoy en la radio pasaron la banda que nadie conoce y que a mi me gusta tanto, y me sentí muy feliz. Tanto, que grité, y fui corriendo a contárselo a papá, que estaba barriendo las hojas color mostaza que se acumularon en la vereda. (Esas que mamá insiste en no barrer, porque le gusta escucharlas crujir cuando llegamos a casa).
Él sonrió, como siempre, y yo rompí un vaso en el camino. (Pero fue sin querer).
Sacrificarías todo lo que tenes a cambio de un beso sincero?
Mamá dice dice que tengo que tener los pies sobre la tierra.
Mientras yo insisto en que tenerlos en el cielo, es mejor.
En algún momento creo que hay que barrerlas, en cambio, mi abuelo podo los dos árbolitos que tenemos en la entrada, y se siente tan frío por más que entre todo el sol de la mañana.
ResponderEliminarA mi también me encanta escuchar su ruidito.
Esceibís desde el recuerdo hasta los anecdótico de una manera tierna y hermosa.